lunes, 10 de marzo de 2014

Turismo en Esapañ y el Parque Natural de Las Sierras de Cazorla

Turismo y los amantes del senderismo

El Parque Natural de Las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas


... situado en el este de Jaén, se trata del mayor espacio protegido de España. Pero semejante alias, tan recargado tiene un inconveniente: no es seductor. De hecho, resulta lo menos atractivo de un territorio que, exceptuando su incómodo nombre, regala un encanto por cada hectárea.
Y son 209.920. De todas maneras, el Parque, generoso como ninguno en superficie, denominación y diversidad, también se permite una simpática pirueta verbal.


Desde las escuetas cinco letras de la cumbre del Yelmo se puede apreciar panorámicamente la integridad de un espacio descontaminado de los vicios urbanos.
Sus 1.809 metros de altura, en las vísceras de la Sierra del Segura, configuran una atalaya para divisar cinco provincias: ALbacente, Ciudad Real, Almería, Granada y por supuesto Jaén.
Pero el Yelmo permite, sobre todo, apreciar los múltiples dones del Parque Natural más grande del país y el segundo mayor de Europa. Frente al gigante de cinco letras se despereza Segura de la Sierra, un pueblo con vocación de celestino. Intuyo que la villa podria ser declarada “capital nacional de los enamorados”, y sólo un desdeñoso se opondría. Termas romanas, callejuelas árabes, iglesias jesuíticas y un castifotollo cinematográfico componen una atmósfera modelo para Romeos y Julietas. Tal vez no sea casualidad que aquí naciera el poeta Jorge Manrique.


Segura de la Sierra y el Yelmo

La elevada armonía entre Segura de la Sierra y el Yelmo converge en un destino irresistible para los adoradores del parapente y el ala delta. Cada año, el Festival de Vuelo Libre congrega más y más participantes internacionales. Las burbujas de aire caliente de la zona permiten que los intrépidos se acerquen al cielo y se mantengan durante horas a más de 3.000 metros de altitud.
Abajo, en el enamorado pueblo blanco, les espera otra delicia jienense: el tapeo segureño.
La Sierra de Segura ocupa el 66 por cierto del patrimonio natural, pero la imperturbable continuidad geológica y forestal del Parque se resiste a aceptar divisiones nominales.
 El espacio protegido es un todo, y por eso resulta indistinto enfatizar algún trayecto en particular. A olvidarse de la brújula, a deshacerse del GPS y a descartar los mapas.
 Aquí, el viaje a la fascinación paisajística se compone de 2.000 kilómetros de carreteras asfaltadas, caminos de tierra y senderos semiocultos. Y cada ruta es una aventura.
De hecho, unas precarias huellas forestales constituyen la única manera de descubrir el génesis del Guadalquivir, en la cañada de Aguas Frías, dentro de las entrañas de Quesada.
El antiguo Betis de los romanos nace en la sierra de Cazorla, se alimenta de riachuelos en las alturas de Segura y se convierte en un torrente maduro en Las Villas, donde se consolida su cauce hacia el océano Atlántico.


El Guadalquivir es el niño consentido de los lugareños.

En medio de los omnipresentes pinares, el Parque ofrece mil caminos anónimos y uno famoso. La ruta Félix Rodríguez de la Fuente rinde homenaje al autor de la inoxidable serie El hombre y la Tierra y máximo divulgador de la riqueza serrana.
El naturalista grabó aquí dos de sus secuencias más famosas: un águila real apresando a un chivo y dos venados de gran cornamenta luchando por un grupo de hembras. El recorrido que lleva su nombre parte del mirador Félix Rodríguez de la Fuente, en el bello embalse de Tranco de Beas. Los asombros explotan como un Big Bang en el resto del parque.
Junto al nacimiento del Segura, pinturas rupestres atestiguan la presencia humana hace 10.000 años. Tanta historia se enreda con los retazos de un presente anacrónico en la Sierra de las Villas, donde aún residen algunos de los hippies que alunizaron aquí durante los años sesenta.
Con el nuevo siglo se desató la manía del turismo rural y Santiago Pontones y Cortijos Nuevos pasaron a sobresalir como oasis urbanos en medio de tanto verde. Al costado de los caminos proliferan cabras montesas, jabalíes, ciervos, gamos, águilas reales o imperiales, buitres negros o leonados, galápagos, salamanquesas, lagartos, tritones, salamandras, truchas y bogas. La vegetación también alardea un orgullo, ya que acoge al 20 por ciento de la diversidad floral nacional. Álamos, fresnos, olmos y avellanos son apenas cuatro de los 2.170 tipos de plantas censada en el Parque de nombre más fatigoso y sensaciones más placenteras.

El monumento más visitado en España es la Alhambra de Granada. El año 2013 más de dos millones de personas compraron sus entradas Alhambra para visitar el conjunto monumental.

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